La historia del perfume

La historia del perfume

El nombre de perfume proviene del latín per fumum que significa "a través del humo" lo que se refiere al humo producido al quemar materias olorosas. La pasión por los aromas acompaña a los seres humanos desde siempre. Nuestros antepasados más lejanos ofrecían a sus dioses fragancias obtenidas a base del humo de incienso, mirra y otras resinas o maderas. Creían que de esta forma podían comunicarse con sus dioses y que el humo llevaba sus rezos y ruegos a las divinidades. En los tiempos más remotos se creía que los aromas poseían una fuerza oculta, siendo así símbolos mágicos y sobrenaturales.

Las sustancias aromáticas elaboradas a base de extractos naturales se conocen desde antigüedad. Por su alto precio eran un símbolo del lujo y del prestigio entre las clases sociales más favorecidas. En Medio Oriente las sustancias aromáticas eran muy costosas, por ejemplo el ámbar tenía el mismo valor que el oro o los esclavos. El perfume obtenido por medio del humo del incienso, de la mirra o de otras resinas o maderas, se ofrecía a los reyes. En el año 800 a.C. la reina Saba regaló perfumes al rey Salomón. Las recetas para elaborar las fragancias se encuentran incluso en la Biblia y el Talmud.

Las civilizaciones antiguas se deleitaban con los perfumes de muchas formas diferentes, cada cultura los utilizaba con fines propios. La historia de la perfumería es tan vieja como la historia de las grandes civilizaciones antiguas. Egipcios, romanos, judíos, el pueblo asirio, griegos, chinos – todos ellos utilizaban sustancias aromáticas a su propio modo.

Los egipcios se aplicaban pomadas perfumadas en el pelo donde estos pesados aceites se difumaban muy lentamente, manteniendo perfumado al individuo por un aura de larga duración. Los perfumes también se usaban en las ceremonias religiosas como ofrenda a los dioses. Para momificar cadáveres de monarcas o a sus familiares se utilizaba la mirra. En la tumba de Tutankamón que fue descubierta en 1922, entre otros objetos preciosos se encontraba un recipiente con pomadas aromáticas. Aunque cueste creerlo, abierto después de 3000 mil años, aún conservaba su fragancia.

Es muy probable que las sustancias aromáticas en Egipto fueron la causa de la primera huelga en la historia de humanidad. Según cuentan, alrededor del año 1330 a. C. Los soldados egipcios se pusieron en huelga pidiendo al faraón pomadas y bálsamos olorosos.

El pueblo que ascendió los perfumes a su máxima divinidad fueron los griegos. Consideraban que los maravillosos aromas tenían un origen divino, les consideraban un atributo mágico, místico y erótico. Los griegos que vivieron en el siglo VI a. C. usaban habitualmente los perfumes después del baño en termas públicas. Solían untar a cada parte del cuerpo un aroma diferente. Ninguna fiesta familiar podía celebrarse sin “el rito de ungir”, el cual consistía en ungir los cuerpos con aromas para purificarlos

El Medio Oriente también se apasionó por los perfumes. El ámbar era tan costoso que, incluso, tenía el mismo valor que el oro o los esclavos.

Los chinos solían meter entre sus sábanas unos pequeños sacos rellenos con materiales aromáticos secos, en sus domicilios quemaban el incienso y se bañaban en aguas perfumadas. También existía una curiosa costumbre de repartir - al final de las fiestas nocturnas - entre los participantes un trozo de papel calado con aroma de jazmín, el cual tenía que disimular el aroma ocasionado por el abuso de alcohol. En China, el dinero impreso en seda también estaba perfumado.

Los romanos, que al principio de su historia, fueron un pueblo de sencillos soldados, adoptaron - con mucho entusiasmo - de los griegos la costumbre del uso de perfumes. Influenciados por las tendencias orientales, los romanos excedieron del uso de los aromas - perfumaban todo lo que estaba al alcance de sus manos - había fuentes donde brotaba agua perfumada. Solían meter en sus camas pétalos de rosas, aplicaban perfumes de diferentes aromas a cada parte del cuerpo, ponían perfume a sus ropas, muebles e incluso a sus animales de compañía, hasta tres veces al día. El mundo de la perfumería fue revolucionado por el descubrimiento de la destilación de alcohol – hecha por los árabes; – este proceso fue descrito con todos sus detalles por los alquimistas. Además, los árabes fueron unos verdaderos expertos en el uso de las especias. El Corán, la base del Islam, exalta todos los aromas y propone su uso no sólo en las ceremonias religiosas, sino también para el propio placer de perfumarse. Con la desaparición del Imperio romano y la expansión del cristianismo que prohíbió el uso del perfume por su función sensual, en Europa desapareció conocimiento del perfume. Con la llegada de las Cruzadas a Tierra Santa durante los siglos XI - XII, se redescubrió – para los europeos – el placer de usar materias aromáticas.

La historia de la pasión humana por los perfumes, (la que dio principio a la perfumería contemporánea) contiene muchas historias curiosas pero a la vez trágicas, como la de muerte de un hombre, el cual en una fiesta romana se ahogó con los pétalos de rosa que tiraban desde el techo. El perfume de base alcohólica y aceites esenciales, tal como está conocido hoy día, surgió a fines del siglo XIV. Fue famosa el ”Agua de la Reina de Hungría”. Según un cuento la receta para elaborar este perfume fue regalada a la reina por un monje. Este aroma es una mezcla de azahar, rosa, menta, melissa, limón y romero. Este perfume perduró durante varios siglos en el mercado de la perfumería.

El desarrollo más impetuoso del arte de la creación del perfume fue en la época de Renacimiento. El avance de la química – que pronto suplantó las técnicas de alquimia – permitió perfeccionar las técnicas de destilación y extracción para mejorar la calidad de los aceites esenciales. En Venecia nacieron fábricas de creadores vidrieros donde mediante la técnica del cristal soplado se crearon los mejores frascos, famosos en toda Europa. Muy pronto Italia se transformó en la capital de la perfumería. Gracias a Catalina de Médicis la moda del perfume se impulsó en Paris. Cuando en 1533 Catalina se trasladó a Francia, para casarse con el rey Enrique II, llevó consigo sus perfumistas privados. Era imposible llevar también las plantas aromáticas que componían sus aromas así que estos perfumistas tuvieron que buscar los ingredientes naturales en su nueva tierra. Las plantas más ricas fueron descubiertas en la región de Grasses en Provenza. La ciudad pronto se convirtió en el centro de donde provenían las materias primas para elaborar perfumes.

El siglo XIX fue el momento cuando se produjo un verdadero progreso en la industria de la perfumería. En Paris nació la primera casa de perfumería. Fundada en 1828 por Pierre Francois Pascal Guerlain, que aún existe. En esta época los impulsores de la industria de la perfumería producían muchos aceites esenciales de plantas que cultivaban en sus propios jardines. Sin duda el progreso más importante de la industria perfumista tuvo lugar a finales del siglo y fue la producción de sustancias aromáticas por medio de síntesis química, la que hizo que los ingredientes fueran más accesibles, permitiendo así, abaratar el precio de los perfumes, los cuales a la vez no perdieron nada de su popularidad.

Al mismo tiempo nació una nueva categoría de especialistas (los diseñadores de gran renombre en el mundo de la moda), quienes con el propósito de promover sus colecciones empezaron a acompañarlas con su propio perfume, dando su nombre a la colonia que eligieron. Así en 1921 Ernest Beaux, uno de los químicos que trabajaban para Coco Chanel, utilizó por primera vez compuestos químicos para profundizar las esencias naturales aromáticas. Mezclando aldehídos con extracto de jazmín obtuvo un perfume que no se evapora. Con la gran visión de que los aldehídos (estos compuestos químicos) serían el futuro de la perfumería, intentó preparar varias veces una composición adecuada. A la quinta prueba nació el famoso Chanel N°5. Coco no lanzó en seguida su nuevo aroma al mercado. En principio rociaba el aroma en su taller. Cuando sus clientes preguntaban por este agradable olor, les regalaba un frasco con esta fragancia; y para cuando todo Paris deseaba tener este nuevo perfume, mademoiselle presentó a todo el mundo su revolucionario aroma.

Hoy en día los perfumes son una forma para expresar nuestra personalidad, nuestros sentidos y costumbres. Reflejan nuestro carácter, el estilo de vida, y de algún modo hablan también de las ideas que profesamos. A las mujeres les permite encontrar su temperamento y “sex-appeal”, a los hombres les permite sentirse más seguros y atractivos. Sus agradables notas actúan en todos nuestros sentidos. Hay algunos aromas que se quedan en nuestra memoria para siempre, para traernos recuerdos de la gente querida o de los acontecimientos importantes, por más lejanos que sean. Los perfumes de buena calidad provocan un aura de lujo y deseo. Los aromas nos rodean cada día. Son un complemento muy de moda que resume nuestra personalidad.

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